El nuevo episodio de la crisis diplomática entre los gobiernos de Venezuela y Colombia parece enterrar la ilusión de una posible reactivación económica entre ambas naciones.
Para empresarios y comerciantes, la denuncia que realizó el ministro de Defensa colombiano sobre la presencia de miembros de las FARC y el ELN en suelo venezolano y la respuesta del Ejecutivo nacional suponen un balde de agua fría.
"Es una situación extremadamente lamentable. Es prácticamente retroceder hasta empezar de cero", resumió Daniel Montealegre, presidente de la junta directiva de la Cámara de Integración Económica Venezolano Colombiana (Cavecol).
Ha transcurrido casi exactamente un año desde que Hugo Chávez ordenó, en julio de 2009, "congelar" las relaciones con Bogotá. Aunque recientemente hubo señales que hacían pensar en un posible restablecimiento del intercambio económico, nuevamente florecen las previsiones más pesimistas.
De acuerdo a los cálculos de Cavecol, basados en una proyección de las cifras consolidadas hasta mayo de este año, la balanza comercial entre Venezuela y Colombia cerraría 2010 con unos 1.850 millones de dólares, cifra que se traduciría en una contracción de casi 60% con respecto a 2009.
El año pasado, las importaciones y exportaciones entre los dos países notaron el impacto de la crisis diplomática, pero aun así sumaron 4.616 millones de dólares.
Si se compara la estimación de Cavecol para 2010 con los datos de 2008, año récord para el intercambio colombo-venezolano, se aprecia la dimensión del derrumbe.
Hace dos años Venezuela y Colombia negociaron productos por un monto de 7.289 millones de dólares, casi 80% más de los 1.850 millones de dólares que está pronosticando la institución binacional para este ejercicio.
Para Montealegre, estas cifras deben motivar a los mandatarios de las dos naciones a una reflexión y a una reconsideración de las posturas. "Hay que buscar nuevamente una oportunidad para el diálogo sincero y sano".
Sin embargo, Montealegre intuye que la reciente tensión diplomática significa volver a a construir puentes y espacios de confianza. "Las perspectivas que teníamos antes eran de un cierto mejoramiento. Ahora lo que queda es una tensa y larga calma".
Sergio Díaz Granados, ministro de Comercio designado por el presidente electo de Colombia, Juan Manuel Santos, afirmó ayer que por más profunda que sea la crisis, las relaciones comerciales deben restablecerse, según reseñó la web de Globovisión. Asimismo, indicó que se reunirá con los comerciantes de la zona fronteriza para buscar soluciones y alternativas a su situación.
Los cálculos de las autoridades colombianas apuntan a que el cese del intercambio comercial con Venezuela deja pérdidas de 2,5 millones de dólares diarios. No obstante, los comerciantes neogranadinos han encontrado paulatinamente otros mercados para sus productos. Una situación muy distinta es la realidad que se vive en el lado venezolano de la frontera.
La frontera no aguanta más
Si hay una región impactada por la ruptura comercial de ambas naciones, esa es la de los estados fronterizos. "La frontera no aguanta más esa tensión, no resiste más espera", aseveró José Rozo, presidente de Fedecámaras en el estado Táchira.
Subrayó que en lo que va de año, alrededor de 20.000 personas han perdido sus puestos de trabajo y "numerosas" empresas han tenido que cerrar sus puertas.
Lejos de aclarar el panorama, las nuevas diferencias entre los gobernantes de Colombia y Venezuela generan más incertidumbre entre los comerciantes de municipios como Ureña y San Antonio del Táchira.
"Es una situación de angustia, de temor y de preocupación. Hay comerciantes y empresarios quebrados y cada día se cierran más negocios", relató.
A modo de ejemplo, el directivo subrayó que antes de la crisis diplomática entre los dos países, el sector de la confección producía 6 millones de prendas mensuales, pero ahora solo alcanza un millón y medio de piezas. "Eso se traduce en gente que queda desempleada".
Esa situación se extiende a otros sectores. Y es que Rozo explicó que 60% del parque industria de la entidad está concentrado en la parte fronteriza y esa es, precisamente, la zona más golpeada.
Recordó que se trata de un mercado de 4 millones de personas si se toman en cuenta los habitantes de la parte fronteriza venezolana y la del Norte de Santander, en Colombia.
El dirigente gremial también apuntó que la recaudación fiscal de los municipios Ureña y San Antonio del Táchira ha descendido 60%, mientras que la actividad aduanera se desplomó en 90%. "Esto es prácticamente un cierre de la frontera", sentenció Rozo.
El Universal.com